Cómo actuar en mi día a día

¿A dónde vamos a parar?

Choque entre generaciones.

Por:
Gisela Pliego
Diana Hernández
Miguel Hernández

Acostumbrados a la “buena música”, a bromas de buen gusto, a vestir como “debe de ser” y divertirse sin hacerle daño a nadie… a las generaciones “de antes” y de no “tan antes” les hacen cortocircuito varias de las novedades que presentan las nuevas generaciones… La música que escuchan, la forma en la que bailan, las canciones que cantan, los programas que ven, las tendencias que siguen en redes sociales, las modas de vestir y de desvestir, entre muchas otras que nos hacen pensar… “Ni Madonna se atrevió a tanto”, es más… “Ni Molotov se atrevió a tanto”

Cada quien puede identificarse con su generación y pensar que no estaba tan mal; coincidiendo en que la de ahora “ESTÁ PARA LLORAR” ¿Será?

Recordemos que en nuestra adolescencia y juventud nuestros padres y abuelos también se espantaban con varios de nuestros gustos, con la forma irreverente en que de pronto contestábamos, la música y demás modas de nuestros tiempos… Así que el choque entre generaciones no es nada nuevo… y aparentemente “la juventud” ayer y hoy, siempre ha sido el “problema”… ¿cierto o falso?

¡FALSO! La juventud, por naturaleza, se muestra inquieta pues está en constante búsqueda de su identidad, porque suele buscar caminos nuevos, nuevas formas y, de esta forma, es la que encabeza las modas y cambios sociales; lo cual implica grandes beneficios al mundo… Cierto es, por otro lado, que la juventud muestra la evidencia del avance o la decadencia de nuestra sociedad…

Entonces ¿Será que nos encontramos ante un choque entre generaciones? ¿O estamos viviendo un escenario en el que los valores universales se han cambiado por valores de corto plazo, intrascendentes y relativos?

En los tiempos que estamos viviendo, no sólo la juventud ha desechado los valores del humanismo tradicional, sino que también lo han hecho los adultos y los adultos mayores. En la constante búsqueda de la felicidad hemos confundido ésta con la búsqueda obsesiva del placer, la belleza física, el culto al cuerpo con ejercicio y alimentación sana, la exaltación de las emociones por encima del amor verdadero y duradero y el rechazo al compromiso, la negación sana a sí mismo y el aprecio por el bien común, haciendo de nuestro bien el único y más importante. No está mal cuidar de todo lo anterior, el problema está en la jerarquía que damos a las cosas, lo que nos hace usar nuestro libre albedrío con deficiencia.

Aquí el asunto es que más que estar divididos los jóvenes por un lado y los adultos por otro, podríamos decir que la forma de apreciar o valorar está en crisis, ya que hemos dejado de elegir entre varios bienes el mayor de ellos, el que nos da mayor perfección como seres humanos y como sociedad, por valores de moda, basados en el qué dirán, en la competencia de hombres contra mujeres, de jóvenes contra adultos y ancianos. Por ejemplo, antes se concebía a los ancianos como sabios, hoy, en algunos casos se les considera un estorbo o los mismos adultos mayores se quieren mantener muy joviales, solapando y propiciando la falta de moral en la juventud para parecer cool y ser aceptados.

¿Cuál es entonces nuestro papel como adultos y cuál el de los jóvenes para convivir sanamente y en una trayectoria de desarrollo personal ascendente?

A continuación, compartimos algunas propuestas para los jóvenes:


1. RESPETO. Procura mantener una actitud de respeto hacia los adultos que te rodean, éste será un componente básico para generar empatía y una buena relación.


2. OBSERVA y ESCUCHA sin prejuicio; recuerda que ellos ya han transitado por varios caminos y, si han logrado llegar hasta este punto sin el apoyo de waze y google, seguro que tienen mucho que compartir contigo; así que APRENDE de ellos.


3. INTERÉS GENUINO. Mantén verdadero interés por conocer lo que le gusta, le importa y le interesa; de modo que puedas entender mejor lo que dice y desde dónde lo dice; además de que esto promoverá una mejor relación entre ambos.


4. COMPARTIR. Comparte lo que te gusta, lo que te interesa y te preocupa con el adulto; permitiendo que te conozca y entienda mejor.


5. PACIENCIA. Quizás te repita un par de veces la misma anécdota, olvide que ya le habías comentado de la fiesta o te pregunte una y otra vez las mismas cosas; pero respira profundo y piensa antes de reaccionar y hablar.


6. CONFIANZA. Seguro deseas que te permitan actuar con libertad, así que demuéstrales que eres capaz de elegir correctamente, hacer las cosas BIEN y que pueden confiar en ti.

Ahora, tenemos algunas propuestas para los adultos que estamos seguros que les van a ser de utilidad:


1. FORMAR CON MEMORIA. Recuerda tu propia juventud y tus inquietudes, para que no te espantes tan fácilmente y generes un verdadero canal de empatía.


2. NO JUZGAR. Evita juzgarlo y recuerda que podremos saber si ha dado buen uso a su libertad por los frutos que recoge (amor, alegría, paz, paciencia, bondad, autogobierno); la persona que da buenos frutos perdona las heridas, corrige las faltas y gobierna bien su propio cuerpo y espíritu.


3. ACOMPAÑAMIENTO Y ACEPTACIÓN. Acompañarlo desde la aceptación de su persona; invitándolo con amor y comprensión (por medio del cuestionamiento prudente y bienhumorado) a que logre sacar conclusiones que emanen de su propia naturaleza que le dicta “haz el bien y evita el mal y no quieras para otros lo que no quieres para ti”.


4. INTERÉS GENUINO. Compartir lo que le importa mostrando interés por su vida y la de sus amigos, sin censurar lo que nos platique en ese momento y cuidando nuestras reacciones; lo que no quiere decir que aprobemos lo que es malo en sí mismo, sino que mantengamos una conversación activa y respetuosa a la persona con la que se habla y de la que se habla.


5. DISCERNIR entre lo esencial y lo secundario. Como adultos podemos identificar lo esencial (su vida, sexualidad, sus valores, y espiritualidad) de lo secundario (modas en la vestimenta y cabello); entendiendo que debemos permanecer firmes ante lo primordial en su educación, y flexibles ante lo secundario, que entra al terreno de lo negociable.


6. CONFIANZA. El adulto puede asignar actividades al joven que les demuestren nuestra confianza en ellos, manteniendo una supervisión discreta y permitiendo que impriman su sello personal en lo que hacen, aunque no sea de nuestro agrado.


7. RECONOCIMIENTO. Reconocer sus cualidades y sus logros, toda vez que sean producto del esfuerzo y de una buena elección.


8. MENOS SERMONES y MÁS PLÁTICA; platicar con ellos con base en preguntas que nos vayan contestando y acompañándolos a que saquen conclusiones verdaderas y valiosas.

“LOS ADULTOS; ESPECIALMENTE LOS PADRES Y FORMADORES, TENEMOS QUE ESTAR A LA ALTURA DE LO QUE NECESITAN LAS NUEVAS GENERACIONES”

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