Cómo actuar en mi día a día

MIS PAPÁS ESTÁN ENVEJECIENDO.

¿Cómo asimilarlo?

Por: Diana Hernández

Cuando era pequeña, veía a mis papás y entendía que yo era niña y ellos eran grandes… pero creía que mientras yo cumplía años… ellos se quedaban así tal cual. De pronto me di cuenta de que también cumplían años, pero no asimilé que eso significaba que también estaban creciendo… ¿Para qué iban a crecer si ya eran adultos? A mis abuelos los veía un poco “viejitos”, pero es porque así eran ellos… no se me ocurrió que algún día los “viejitos” iban a ser mis papás.

Ok sí, obviamente en la escuela y conforme fui creciendo, aprendí que existe el ciclo de la vida… y supe que mis papás no estaban exentos de crecer e incluso morir… pero una cosa era saberlo y otra, aceptarlo… ¿Cómo aceptar que tus papás están entrando a la última etapa del ciclo y que comienza el deterioro progresivo de sus facultades físicas y cognitivas?

A ver… vamos por partes… ok, acepto que les salgan canas y arrugas… Incluso, acepto que tengan algún achaque menor o que se les caigan algunos dientes; que al cabo podemos mejorar el achaque con medicamento y la falta de dientes con un buen implante… Pero ¿no se puede quedar hasta ahí? Tal parece que no…

Si bien se ha incrementado significativamente la esperanza de vida… el paso del tiempo es inevitable… y con éste, la acumulación de daños moleculares y celulares que llevan al descenso gradual de las capacidades físicas y cognitivas… Desde luego existen diversos factores que pueden ayudar a llevar esta etapa de una forma digna, saludable y hasta disfrutable… mismos que se han abordado en la entrega anterior; sin embargo, aquí el meollo del asunto es ¿cómo enfrento esta realidad como hijo?

Vale la pena cuestionarse… ¿Lo entiendo como un proceso natural? ¿Me niego a aceptar que ha llegado o llegará el momento? ¿Lo acepto, pero me mantengo indiferente al proceso? ¿Me da miedo? ¿Me preocupa? ¿Me duele? ¿Me incomoda? ¿Me desespera? ¿Me enoja?

En una profunda reflexión podemos encontrar todo tipo de emociones, desde las más comunes y entendibles como son: el miedo a perderlos, el dolor de ver que se apagan poco a poco, y la preocupación de que llegue un momento en el que no puedan valerse por sí mismos… Hasta el enojo por saber que se han descuidado, que se han provocado un deterioro mayor a causa de vicios, o por tener que aguantar malas actitudes y necedades que me cuesta entender… E incluso podemos hallar incomodidad y molestia por mero egoísmo, porque tenemos una vida hecha y muy ocupada, y necesitamos de su apoyo en vez de tener que hacernos cargo de ellos…

Aquí no vamos a juzgar… simplemente invitamos a reflexionar, pues reconocer nuestras emociones y su origen, ante el inevitable envejecimiento de nuestros padres; es el primer paso para poder enfrentar esta realidad y vivirla de la mejor forma posible… Pero ¡OJO! ¡Sí enfrentarla! Y ¡Sí vivirla! HOY que aún es posible, porque MAÑANA puede ser muy tarde y no querremos vivir con ese peso en la conciencia y esa herida en el alma.

Entendamos pues que hay esfuerzos pasados y presentes que no nos tocan y que corresponden sólo a nuestros padres; como por ejemplo: haber hecho ejercicio durante su juventud para que tenga tono muscular en la vejez; el cuidado de su alimentación para que tenga menos riesgos de salud; la práctica de hábitos de valor para que su vejez la viva en virtud; la práctica constante del gesto amable y la risa para que en su vejez refleje alegría… la aceptación de su propio proceso y la decisión de ser feliz con y a pesar de… Eso es responsabilidad de ellos por su propio bien… y, claro, también nos toca hacerlo para nosotros mismos… pues (SPOILER) también vamos a envejecer.

En lo que respecta a nuestros padres ¿Qué es lo que SÍ nos toca como hijos?
• Aceptación, paciencia y caridad.
• Disposición para volver a conocerlos en esta nueva etapa y las que vengan.
• Evitar juzgarlos por las malas decisiones que hayan tomado en el pasado.
• Conversar con atención, empatía, paciencia y disposición de ESCUCHAR.
• Motivarles a mantenerse activos y saludables, sin recriminaciones.
• Apoyar hasta donde puedas y te permitan; sin descuidarte a ti mismo.
• En casos delicados de salud, procurar a un profesional que le acompañe y apoye, sin dejarle de visitar y acompañar.
• Agradecer, valorar y hacérselo saber.
• Acompañar con alegría y esperanza hacia su encuentro con el Señor.
• AMAR

Tras esta breve reflexión y pensándolo desde el amor ¿Saben qué?

Qué privilegio ver envejecer a quienes me vieron crecer;
qué bendición poder cuidar a quienes cuidaron de mí…
Si mis padres me acompañaron a cada paso y fueron parte de cada logro;
con todo amor acompañaré cada paso hacia su GRADUACIÓN FINAL.

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